Authors

Raúl Ianes

Document Type

Article

Journal/Book Title/Conference

Decimonónica

Volume

8

Issue

2

Publisher

Decimonónica

Publication Date

2011

First Page

14

Last Page

28

Abstract

En las últimas décadas del siglo pasado la novela histórica adquiere en la narrativa hispanoamericana la presencia y los rasgos temático-discursivos de un ciclo distintivo. Dentro de él viene a ocupar un lugar de relieve la novela de tema colonial. La proximidad del quinto centenario y las celebraciones colombinas—como Darío llamaba a las de 1892— despertaron el interés en tratar, desde un nuevo ángulo narrativo y a premeditada distancia de las agendas oficiales, la temática del “Descubrimiento” y la Conquista. La novela demostraba una vez más que no sólo es el género par excellence en el que adquieren forma literaria las novedades dignas de ser contadas, sino que su discurso y su aparato retórico están siempre muy próximos, como es sabido, a los de la historiografía, detentora de la legitimidad y autoridad epistemológicas. Tal proximidad genérica le permite a la novela, por lo tanto, narrar su propia versión del pasado, en una vuelta de tuerca de un género ficcional que, salvando irónicamente el oxímoron implícito, se autodenomina histórico. En el período contemporáneo al que nos referimos, este interés en la historia del continente como materia literaria fue catalogado por la crítica y la historiografía literarias como la “nueva novela histórica hispanoamericana” (Menton, Kohut, Perkowska). De la larga lista de autores que en esta etapa novelan la historia colonial baste mencionar a algunos de los más relevantes autores hispanoamericanos: Carlos Fuentes (Terra Nostra, 1975), Alejo Carpentier (El arpa y la sombra, 1978), Juan José Saer (El entenado, 1983), o Augusto Roa Bastos (Vigilia del almirante, 1992). A estas novelas se les puede asignar la proximidad temática y narrativa que distingue al ciclo mencionado. Al mismo tiempo en que denuncian la Conquista en cuanto guerra de despojo y destrucción, narran el comienzo del mestizaje y el nacimiento de la cultura criolla de la América luso-española. Debe observarse, con miras a tratar el caso que más adelante nos ocupa, que esta nueva novela histórica de fines del siglo veinte surge sin aparente continuidad con las escritas durante el siglo anterior, período en que nace y se populariza, tanto en Europa como en América, la novela histórica moderna. En el nuevo florecimiento del género en la literatura hispanoamericana de fines del siglo veinte, su discurso obedece al interés por (re)narrar críticamente el pasado, (re)presentando voces alternativas hasta entonces silenciadas y blancos narrativos en la historia escrita del continente. Al hacer del pasado colonial o republicano su materia narrativa, la nueva novela replantea así una (re)lectura de la Historia que subvierte la mayor parte de los textos del canon historiográfico, proponiendo el cuestionamiento y la canibalización del corpus letrado heredado. La novela hace así un uso transgenérico de los tropos discursivos, valiéndose, como mencionamos, de la porosidad y la traslación discursiva que la ficción literaria y la narrativa historiográfica ponen a su alcance.

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