Document Type

Article

Journal/Book Title/Conference

Decimonónica

Volume

16

Issue

2

Publisher

Decimonónica

Publication Date

2019

First Page

1

Last Page

16

Abstract

En su artículo “La reina Isabel,” publicado en el periódico El Liberal el 12 de abril de 1904, Benito Pérez Galdós describe sus varios encuentros en París con la exiliada reina Isabel II. Aquella cuyos destinos no habían sido los más dichosos estaba instalada en su Palacio de Castilla, en el exclusivo decimosexto distrito de la capital francesa, a pasos del Arco del Triunfo (nótese la ironía del detalle). El propósito de estas visitas era, según lo explica Galdós mismo, solicitarle a la reina que le contase “cosas y menudencias de su reinado,” para así construir la “historia que suena,” que sería secuela de la ya acontecida historia “que palpita.” Después de compartir algunos detalles de las anécdotas históricas elaboradas por Isabel en esos encuentros, mezclados inevitablemente con fragmentos quiméricos de las ideas que le hubiera gustado compartir en sus conversaciones, Galdós llega en su texto a la descripción de su entrevista final con la monarca. “Fue aquella mi postrera visita y la última vez que la vi,” señala el escritor, “[v]estía un traje holgado de terciopelo azul.” No debe resultar sorprendente para los que hemos leído más de un texto de Galdós descubrir este interés suyo en la vestimenta de la reina española. En su novela Tormento (1884), Galdós se había referido indirectamente al extenso ajuar de Isabel, describiendo cómo la renovación de este resultaba beneficiosa para Rosalía de Bringas, personaje que heredaba las prendas usadas de la reina. Quizá al escudriñar el atuendo de Isabel, Galdós rememoraba aquel personaje de décadas previas, imaginando cómo le entusiasmaría recibir ese traje de terciopelo azul cuando ya la reina se hubiera cansado de tenerlo en su armario.1

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